miércoles, 19 de enero de 2011

¿CÓMO NO JUGAR A BASEBALL?





Bien, supongo que esta pregunta no tendría ninguna importancia si no apareciera en este blog. Quizá su aparición aquí, su show particular, su indescriptible trabajo en este pequeño rincon cambié de por vida su existencia pueril.

Tal día como hoy, tal mañana como esta; leí que un estudio de la universidad de Duke había demostrado que algunos primates eran capaces de realizar sumas mentales con resultados similares a los de estudiantes universitarios…es increíble…me pregunto si los monos ya eran así de listos hace solo 400 años, y me pregunto también si fingían ser submentales por miedo a las persecuciones de la santa inquisición. De todas formas, ¿qué tiene que ver todo esto con el baseball? La respuesta es que con nuestros parientes cercanos mi experimento o teorema no podría ser probado y es que no hay nada mejor que ser inteligente para demostrar tu estupidez. El humano es inteligente…entonces no hay mayor estúpido que yo.


Llamen a cualquier de sus hijos, llamen a los hijos de todos los jugadores profesionales de baseball de este país, llamen también a los que acuden a un colegio público. Entonces, y solo entonces, podre demostrarles mi segundo párrafo. La capacidad de decisión del hombre se reduce a la cantidad de dolor que pueda digerir o soportar; así pues déjenme entrenar a estos niños.

Antes de esto claro tendría que hablar con sus padres y firmar mil permisos y papeles que nunca jamás nadie ha leído. Todas esas cosas aburridas que hace el estado y solo ocurren en la realidad, pero utilizando el hecho de que esto es magnífica ficción digamos que una conversación con los padres bastara.

Estando en el país que estoy supongo que con organizar una buena comida y nombrar las palabras profesional, éxito y futuro en los momentos adecuados me serviría para disponer de un niño rubio y probablemente poseedor de una obesidad mórbida durante más de 2 horas.

Estados Unidos….


-Coge el bate chaval…yo lanzare la bola, el juego es simple, ya has visto a tu padre.

Durante los primeros cinco minutos de entrenamiento “a puerta cerrada” lanzaría la pelota a las rodillas del niño hasta que por fin regalase el bate al suelo y dejase ver sus primeras lagrimas. El resto de la sesión estaría dedicada a mi puntería, a mi capacidad de acertar y por tanto golpear con las pelotas de cuero desde una cierta distancia en la testa del niño. Todo esto con un claro argumento, el castigo. El castigo hermanos…el castigo…y ¿quien infringe el castigo? El poder, y ¡lean! No soy yo quien lo dice, Michel Foucault dijo claramente que este no sólo reprime, sino que también, produce efectos de verdad y produce conocimiento.
Evidentemente los niños son acreedores de mayor conocimiento después de la prueba, conocimiento que no inteligencia. Porque no podemos olvidar todo el conocimiento engañoso que poseemos y utilizamos. ¿Quién no cree que Dios exista?, ¿Quién no cree en el corte de digestión?, ¿Quien no cree que la democracia es justa? Después de esto no me queda más que mostrar mis resultados:

Aseguro que al momento de abandonar el campo de juego el 99% de los invitados piensa en no volver a mirar de frente una pelota blanca en el resto de su vida, y posiblemente dejará de acudir a las acampadas escolares por miedo a los arboles. El otro 1% llega a dominar las grandes ligas.

Volviendo a los monos…imaginen solo por un momento que ese mismo experimento lo realizo con un chimpancé. Ya lo sé, es imposible, “el estado, la realidad, el papeleo inútil”…otra vez les pido, ¡olviden esas malditas cosas aburridas! ¡Imaginen!

¿Cuánto tiempo creen que tardaría el primo lejano en convertirse en la propia muerte? No importa qué tipo de chimpancé, del tamaño de Mohammed Ali o de la madre Teresa de Calcuta, tenga la cara de Brad Pitt o la mía…olviden eso…el mono ataca, e intenta doler en la medida de sus posibilidades.

Niños todo esto no hace más que demostrar que los padres son imbéciles, y obviamente y repito, que no hay más que ser inteligente para probar tu estupidez.

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